Construir una casa: aproximaciones a un libro de Ángel Carlos Sánchez
De tema y forma
En los poemas de Ángel Carlos Sánchez predominan un tema y una forma. El tema es la esperanza, una esperanza que llena de destellos hasta las partes más oscuras de una retórica que bien puede ascender hasta el punto elevado de la imagen plena de poesía, como descender hasta convertirse en una difícil interrogante. Como sea, la esperanza está allí, en la palma del poeta, como una diosa Nike capaz de empeñar su palabra por una victoria que no necesariamente se dará en esto que entendemos como realidad.
La apuesta de Ángel Carlos Sánchez tiene que ver con la resistencia; con la creación de un territorio personal que confronta a éste: casa hecha con palabras. Una compleja construcción que remite a los mitos fundacionales de la creación a lo largo y ancho del orbe: “En el principio fue el verbo”. En tal sentido, los poemas de Ángel Carlos saben que vivimos en una realidad creada, como sostiene la teoría del socio-constructivismo.
Por otro lado, en estos poemas persiste una forma métrica que personalmente agradezco: el verso endecasílabo, verso de arte mayor que ancla mis lecturas a los recuerdos de una tradición lírica bien cimentada. El soneto se articula en verso endecasílabo. Y aunque en Casa de páginas abiertas el lector no hallará soneto alguno, en cambio, se encontrará con el rumor de una voz que nombra el pasado, el presente y sus particulares ensoñaciones con el tono a veces profético de quien sabe que esta realidad no afectará, en absoluto, el mundo que el artista se ha forjado a base de dolor y experiencia.
Caminar una obra
La obra de Ángel Carlos Sánchez es extensa y abarca la pintura, el ensayo, la narrativa y la poesía. Títulos como: Huecos necesarios, Caminar el miedo, El paisaje humano o Sueños de bajo presupuesto dan cuenta de las diversas fijaciones que en el autor convergen. Sus poemas llenan el vacío con evocaciones; recuerdos de un tiempo aplastado por otro, o ensoñaciones que aportan su esencia para la construcción del mundo alterno en el cual se levantan las convicciones derruidas, los emblemas traicionados y los personajes que han marcado el decurso del poeta. Obra que se alimenta de la tradición y que se la apropia para traer a cuenta, en un momento en que los técnicos y los periodistas del poema son los nuevos sofistas, la pregunta sobre la utilidad o la función de la poesía.
En su estudio sobre el tema, Robert Graves apuntó que tal pregunta:
No es menos acerba porque la hagan desafiadoramente tantas personas estúpidas o la respondan apologéticamente tantas personas tontas. La función de la poesía es la invocación religiosa de la Musa; su utilidad es la experiencia de exaltación y de horror mezclados que su presencia excita. Pero ¿en la actualidad? La función y la utilidad siguen siendo las mismas; sólo la aplicación ha cambiado. Ésta era, en un tiempo, una advertencia al hombre de que debía mantenerse en armonía con la familia de criaturas vivientes entre las cuales había nacido […]; ahora es un recordatorio de que no ha tenido en cuenta la advertencia, ha trastornado la casa con sus caprichosos experimentos en la filosofía, la ciencia y la industria, y ha traído la ruina a sí mismo y a su familia. La “actual” es una civilización en la que son deshonrados los principales emblemas de la poesía. En la que la serpiente, el león y el águila, pertenecen a la tienda del circo; el buey, el salmón y el oso a la fábrica de conservas; el caballo de carreras y el lebrel a la pista de carreras […]; en la que el dinero puede comprar casi todo menos la verdad y a casi todos menos al poeta poseído por la verdad”. (La diosa blanca, p. 16).
Construir una casa
Casa de páginas abiertas es una alternativa, una casa hecha con la materia de la experiencia y la devoción hacia la poesía. Literatura, mitología y tradiciones populares, convergen en estas páginas para construir un ruego, que, mediante el avance en el libro será el milagro de una casa para entidades artísticas sin que por esto deje de ser bienvenida buena parte de la humanidad. El poeta escribe y sus letras conforman un refugio:
Escribo esta casa para ti que vives
en las ruinas de una luz con grietas
y no encuentras al borde de la noche
sino un espacio agudo, impenetrable.
Porque en tu cama no puedes dormir
oyendo una gotera, un golpe, un estallido
que te hace percibir allá, muy dentro,
seres extraños, grises, crueles,
que te expulsan de ti, apoderándose
de tu morada interna, de tu fuerza.
Escribo para ti que a veces crees
haberte equivocado de planeta
y buscas una voz, un asidero,
un rincón donde el tiempo no haga daño.
Para ti que dudas de la gente
porque piensas haberlo visto todo
y supones tras de sus costumbres
únicamente la nada y los prejuicios.
Hago esta casa para ti que no soportas
la celda circular de tu destino
y te vengas del tiempo reventándolo
con la aguja brutal de un pensamiento
que no quisieras ya en tu mente. (CPA, p.8)
El poeta tiende una alfombra de signos y símbolos y desdibuja la utilidad de los componentes de la casa. Hay poemas ventanas, sillón, cama, sillas y mesa dedicados a nombrar la ausencia, pues el aire que recorrerá la casa, será el de la libertad, la joya más apreciada por el yo poético.
Casa de páginas abiertas, es, por eso, un recuento de las realidades del artista, una propuesta que va más allá de la estética; una propuesta vital de un ser que ha sabido marcar bien los límites entre este mundo y el suyo, en el cual subsisten escritores fallecidos, lugares recorridos junto a la amada ida, guerrilleros; gente que aparentemente perdió o se equivocó, según las categorías del triunfo en nuestro monstruoso hemisferio. No obstante, como señaló Henri Bergson: “No es lo mismo caer en un agujero por mirar hacia cualquier lado, que caer en él, por poner la mirada en una estrella”, y quizá, parecen decirnos los poemas de Casa de páginas abiertas, corramos con la fortuna de caer en el agujero que nos conduzca al País de las Maravillas o tengamos la suerte de encontrar la segunda estrella a la derecha, esa que lleva directamente a Neverland.
