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Manuel Illanes, un poeta en el país/ruina. A propósito de Paraíso Inc.


Desde hace tiempo, la voz que Manuel Illanes (Santiago de Chile, 1979) ha logrado en sus textos, me sirve para pensar en el ejercicio de la poesía actual de Nuestra América. Al escribir poesía me refiero a esa articulación especial en el modo de imaginar, que se destaca del resto de las escrituras “poetizantes” por su capacidad de diálogo con su tradición y con los lugares que la posibilitan.


La imaginación en la poesía de Illanes se sitúa en la interjección de la historia y su daño, como los textos de Arreola, los poemas del chileno están “siempre del lado del que cae”, sin que por esto el lector deba ver en este yo poético a una víctima. La voz del poeta no se traza en el panfleto ni en la visceral imprecación versificada, tan común en la neoliteratura plagada de charlatanes. Por el contrario, la voz de Illanes se concentra en su pertenencia, en tanto un yo poético que ha presenciado y recibido el arrasamiento del mundo.


De modo que la figura que se construye, verso tras verso, es la del testigo: figura incómoda y persistente, cuyo trabajo es el de revisar las páginas del libro de la historia a la luz de una imaginación insomne capaz de iluminar los oscuros pozos dispersos a lo largo y ancho de la utopía capitalista, la cual ha sido enjuiciada por nuestros grandes poetas.


En su último trabajo publicado: Paraíso Inc., Illanes presenta a su testigo equipado con el instrumental de un hombre-cámara a la Zola quien, no obstante, en el salto continental, temporal y genérico, plantea su literatura no en función de una crítica social, sino en la expansión de un discurso que ocupa un lugar en el juicio contra la historia.


El primer poema de Paraíso Inc. titulado “El arte zen de capturar un poema” se dimensiona en la pupila, símbolo de la luz que muestra las fracturas de las regiones recordadas: “La pupila es una azar, una brújula/ que dicta sus puntos cardinales/ a los hijos de la Calavera. […] recuerda si no el despiojamiento/ de los niños en las tardes de verano,/ toda la mecánica social/ relumbrando en el brillo/ de las ladillas y los parásitos muertos./ Cuenta si no los denarios/ que reunimos para la cena diaria.”(pp. 3-4) Este poema-faro marca el curso de todo el conjunto: poemas disgregados en estrofas que dan cuenta de un oficio capaz de ocupar las recreaciones sensitivas para componer golpes métricos que desmienten, con breve silábica, la verdad histórica, la cual es el instrumento del poder que justifica los embates, las guerras, las desapariciones.


Los poemas de Illanes componen un canto en el cual el testigo de los tiempos se proporciona en la extrema entidad del exiliado, quien interpone entre su soledad y la gringa corporación paraíso los sentidos recuerdos de sus tierras: pedazos de imágenes de barrios pobres, de ciudades repasadas por el frío y el crimen de estado y brevísimas evocaciones felices.


En Paraíso Inc. -publicado por el proyecto editorial independiente Ojo de golondrina-, el poeta ya no es el receptor del rayo, tampoco, en caída interminable, se deshace de su lenguaje; sino que, aprovechando la invisibilidad de su media existencia, construye artefactos de una violencia lúcida, depurada, capaces de cimbrar el paraíso, lugar inane donde números con piernas abducen a los seres humanos.


Los textos recogidos en este volumen son lecciones que ennoblecen a cualquiera que los lea o los edite; los distintos temas se nos entregan en un soporte de técnica literaria que ha sacrificado el derroche de la enumeración caótica en favor de nítidas revelaciones que se inscriben en la tradición de aquella patria que Zweig, Benjamin y Vallejo habitaron: la del dolor humano.


Al pensar en esta obra me figuro un absoluto breve y sólido, entonces la plaquette de Manuel Illanes es la piedra que se formula, cae y cimbra el frívolo jardín Paraíso: la piedra de la poesía.

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